Estos son los beneficios de la siesta comprobados científicamente
La siesta es uno de esos pequeños placeres que en España es considerado prácticamente como una religión. Dormir y obtener un sueño reparador extra durante el día, podría marcar la diferencia en términos de descanso e incluso sobre el rendimiento laboral.
Desde tiempo inmemoriales, los beneficios de la siesta han sido ampliamente estudiados por parte de la comunidad científica. Sin embargo, existen ciertas limitaciones que no han permitido obtener unos resultados del todo claros. Por ello, en este artículo descubriremos cuáles son realmente los beneficios de la siesta comprobados científicamente.
¿Es bueno dormir la siesta? Beneficios de la siesta
Según algunos estudios científicos, los beneficios de dormir la siesta consisten en una mejora nuestras habilidades cognitivas durante el descanso. Esto podría deberse a que la siesta ayuda a acelerar el tiempo de reacción así como la velocidad de procesamiento de nuestras tareas, además de mejorar la percepción de energía y bienestar general en el organismo.
También se habla de otros beneficios de la siesta, como por ejemplo en la síntesis de masa muscular o una mejora del propio sistema inmunitario. Como por ejemplo en este estudio, donde se comprobó que una siesta de treinta minutos de duración durante el día es capaz de mejorar el recuento de leucocitos y optimizar la recuperación del estado de alerta en nuestro organismo.
Sin embargo, y como comentábamos al inicio del artículo, por el momento las evidencias sobre cómo funcionan los mecanismos asociados a estas mejoras para la salud son todavía desconocidos. Por ello, es necesario llevar a cabo más estudios científicos en este área para poder sacar conclusiones más sólidas sobre cómo afecta el descanso durante la siesta a nuestro organismo.
¿Por qué tenemos sueño después de comer?
Siempre hemos creído que dormir la siesta después de comer es el mejor momento, o al menos el más placentero. De manera automática, el hábito de dormir después de la ingesta de alimentos se ha instaurado en nuestro estilo de vida. Esto es debido principalmente a varios efectos fisiológicos que ocurren en nuestro organismo después de la realización de nuestras comidas. Aunque a decir verdad, existen varias teorías al respecto.
El sueño irremediable que en ocasiones sufrimos justo después de comer, se conoce como somnolencia postprandial, y a día de hoy todavía existe un serio debate científico sobre su origen y efectos en el organismo.
Teoría 1 : Variación en el flujo sanguíneo
Una de las teorías más estudiadas sostiene que el sueño después de comer se produce debido a una variación en el flujo sanguíneo, ya que este se concentra en el aparato digestivo durante el proceso de digestión. Esto provoca que el cerebro reciba una menor presión arterial y por eso se produce la sensación de sueño después de comer.
Esta teoría presenta varios puntos positivos, sin embargo, por el momento no ha demostrado científicamente ser válida ya que no se ha encontrado variaciones de flujo sanguíneo en los momentos previos y posteriores a la ingesta de alimentos.
Teoría 2 : Mecanismos hormonales o señales de vigilancia
Otra de las hipótesis que mayor fuerza cobra por el momento es que los seres humanos, al igual que los animales, tenemos unos mecanismos hormonales o señales de vigilancia que nos mantienen despiertos y alerta cuando tenemos hambre y que nos ayudar a localizar y obtener alimentos.
Según esta teoría, cuando el animal o el humano ha comido mucho, estas señales de vigilancia se desactivan y aflora la fatiga y el sueño. En ese sentido, encontramos bastantes estudios que analizan el papel de la melatonina como hormona implicada en los procesos del sueño.
Teoría 3 : Tipo de alimento que se consume
Una tercera opción, todavía más compleja, sugiere que la clave sobre el efecto somnoliento que se produce tras la ingesta de alimentos reside principalmente en el tipo de alimento que se consume. Este estudio mostró que el consumo de productos frescos y vegetales provocaba un menor sueño después de comer que otros más insanos como carne procesada o refrescos.
Otras investigaciones más recientes también relacionan el efecto de somnolencia postprandial con la cantidad de comida ingerida, siendo las comidas abundantes aquellas relacionadas con un mayor aumento del sueño después de comer, más que las comidas ligeras las cuáles no producían este efecto de forma tan notoria.
Cuándo es mejor dormir la siesta
No han sido detalladas diferencias significativas sobre si es mejor dormir la siesta antes de comer o siesta después de comer, ya que el beneficio parecer residir en el propio descanso más que en el momento del día en el que se lleva a cabo. Por ello, parece poco útil establecer una hora de la siesta concreta, a pesar de que tradicionalmente se realice después de la comida principal. Lo más adecuada es llevarla a cabo cuando le apetezca a cada persona.
Cuánto debe durar una siesta
Según establecen diversos estudios científicos, el tiempo adecuado de una siesta se sitúa entre los 15-20 minutos. Más tiempo de descanso se asocia con un mayor riesgo de sufrir problemas de salud, debido principalmente a la inactividad física.
Sin embargo, este valor es muy variable y depende del individuo, ya que si una persona es muy activa físicamente el resto del día, podría mitigar los supuestos problemas asociados a dormir siestas de una larga duración.
También es malo dormir mucho
La duración de la siesta es uno de los factores principales que pueden convertir el hábito saludable de dormir la siesta en un problema a largo plazo.
Pasar demasiado tiempo durmiendo está relacionado con un mayor riesgo de sufrir enfermedades metabólicas e incluso diabetes. Esto es debido a la inactividad física o sedentarismo, ya que si pasamos mucho tiempo dormidos estamos destinando un menor espacio a nuestras actividades físicas.
Por el momento, no es posible establecer una relación causa-efecto que explique con claridad los problemas para la salud derivados de dormir siestas excesivas, de aproximadamente más de una hora. Los estudios hasta la fecha son de tipo observacional, por lo que se desconoce si existen más variables que interactúen con estos resultados.
Otras variables relacionadas con el sedentarismo podrían ser el sobrepeso u obesidad, por ello podemos pensar que las personas con tendencia a dormir siestas largas tienen un mayor riesgo de ser obesos, y por lo tanto de padecer enfermedades metabólicas.