Microbiota humana : puntos esenciales
Microbiota y microbioma
Se denomina microbiota humana al conjunto de microorganismos asociados a tejidos sanos del organismo humano. La microbiota humana está integrada principalmente por virus, hongos y bacterias, siendo éstas últimas el grupo más predominante y con gran influencia en la salud. El ser humano alberga grupos de bacterias en la piel y en las mucosas que junto al resto de organismos microscópicos constituyen la microbiota cutánea, la microbiota oral o la microbiota vaginal entre otras. El conjunto de todos estos microorganismos es lo que se conoce como microbiota normal.
El microbioma es el conjunto de genes de los microorganismos que alberga el cuerpo humano. Su estudio se inició en los años 50 del siglo pasado cuando aún se consideraba a estos microbios un lastre y fue más tarde cuando se les consideró una de las partes de una simbiosis con el cuerpo humano, que les proporciona un hábitat y les protege a cambio de unas funciones que nuestro genoma no posee.
En 2008 el National Institutes of Health de Estados Unidos pone en marcha el Proyecto Microbioma Humano (HMP por sus siglas en inglés) con el objetivo de identificar y conocer las características genéticas de los microorganismos asociados al cuerpo humano y como los cambios en el microbioma se relacionan con las enfermedades que afectan al organismo.
El estudio convencional de la microbiota se realizaba aislando y cultivando in vitro estos microorganismos, aunque muchos de ellos requerían unas circunstancias imposibles de reproducir en el laboratorio. La secuenciación de su genoma abre una nueva perspectiva de estudio en la relación con la salud y la predisposición a la enfermedad así como en la búsqueda de estrategias para su manipulación.
Microbiota normal y disbiosis
Un estudio elaborado por el Departamento de Medicina Especializada, Diagnóstica y Experimental de la Universidad de Bolonia, en Italia, establece el número total de distintas células existentes en el cuerpo humano en 37 billones. El número de microorganismos es de unos 100 billones. La mayoría de ellos con funciones definidas que ayudan en procesos de nuestro metabolismo y nos defienden de otros microorganismos patógenos.
Actualmente hay estudios que cuestionan la creencia de que los bebes nacen estériles, apuntando que podría darse un intercambio de bacterias a través de la placenta y del líquido amniótico entre la gestante y el feto; también el tipo de parto determina la composición de la microbiota: en el parto vaginal los microorganismos que colonizan el intestino del neonato proceden del líquido ingerido por éste a su paso por el canal de parto y de las bacterias existentes en la vagina y el recto de la madre; cuando el parto es por cesárea, la población bacteriana proviene de la piel de la madre y del ambiente en que se desarrolla el acto de nacer.
La composición de la microbiota evoluciona en función del ambiente y de los componentes de la dieta, adaptándose a los cambios; cuando por alguna circunstancia se produce un desequilibrio entre las diferentes familias de microrganismos presentes en el cuerpo humano, lo que se conoce como disbiosis, se produce una inflamación como respuesta del sistema inmunitario para proteger al organismo.
La disbiosis es una alteración del equilibrio de los microrganismos que forman la microbiota normal. Hay diferentes factores que favorecen su aparición: la toma de antibióticos, el estrés, la exposición a la radiación o los cambios en la dieta.
La disbiosis se asocia con trastornos como la obesidad, el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2 y las enfermedades mentales.
Microbiota intestinal
En nuestros intestinos viven unos 100 billones de microorganismos distintos, principalmente bacterias. La constitución de la microbiota intestinal se estabiliza en torno a los tres años de edad, iniciándose un período de relativa estabilidad hasta la vejez, cuando factores como los cambios fisiológicos, la toma de medicamentos, una disminución de la inmunidad y una alimentación más monótona la empobrecen de modo significativo.
La microbiota intestinal puede pesar hasta 2 kg., siendo la del colon y la del recto la más diversa y numerosa. Está condicionada por factores endógenos (genéticos) y por factores exógenos como la dieta y el estilo de vida. Aunque es única en cada persona, cumple las mismas funciones fisiológicas en todos los individuos:
- Interviene en la digestión de algunos alimentos que el estómago y el intestino delgado no pueden asimilar.
- Preserva la integridad de la mucosa intestinal combatiendo agresiones de otros microrganismos.
- Protege el sistema inmunitario.
- Contribuye en la producción de algunas vitaminas B y K, ácidos grasos y en la absorción de hierro, magnesio y calcio.
- Interviene en la producción de neurotransmisores y aminoácidos implicados en el funcionamiento cerebral.
La microbiota intestinal deviene indispensable para la nutrición y el crecimiento. Investigadores del IDIBAPS (Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer) de Barcelona (España) en colaboración con un equipo científico de la Universidad de Calgary (Canadá) han descubierto un nuevo mecanismo por el que la microbiota intestinal regula la respuesta inmunitaria del organismo, en concreto la respuesta inmunitaria implicada en las enfermedades autoinmunes.
El intestino y la piel son las dos fronteras del cuerpo humano con el exterior; la piel está compuesta de varias capas y un cierto grosor, mientras que el intestino cuenta con una sola capa recubierta de mucosa a través de cuya superficie interactúa la microbiota intestinal. El equilibrio de ésta es fundamental para mantener la función de barrera epitelial.
La disbiosis - producida por el estrés, diversos fármacos o una alimentación con productos ricos en conservantes y colorantes - inflama la pared intestinal tornándola más permeable y permitiendo el paso de sustancias tóxicas al torrente sanguíneo que pueden afectar a uno o a varios sistemas el cuerpo humano (hormonal, inmunitario, nervioso, respiratorio o reproductivo entre otros).
Un estudio elaborado por científicos de la Universidad de Nottingham en el Reino Unido establece una relación entre la microbiota intestinal y las enfermedades cardiovasculares: cuanto menor es la diversidad de la primera mayor es el grado de rigidez arterial, aumentando el riesgo de padecer ateroesclerosis.
Microbiota intestinal y obesidad
Cuando la microbiota intestinal sufre alteraciones se favorece la aparición de enfermedades como la diabetes, la obesidad y otros trastornos gastrointestinales como el hígado graso no alcohólico o el síndrome del intestino irritable.
La obesidad es un trastorno multifactorial que va mucho más allá del consumo excesivo de calorías. Para algunas personas, el llevar una alimentación sana y practicar algo de ejercicio, no les es suficiente para bajar de peso.
El cambio en la forma de abordar el tratamiento de la obesidad se debe a teorías, avaladas en modelos animales y humanos, que la consideran una enfermedad inflamatoria desencadenada por una mayor permeabilidad de la pared intestinal; ello permitiría que grandes moléculas existentes en las membranas externas de determinadas bacterias la atravesaran provocando una respuesta inmunitaria. Esta inflamación crónica conlleva efectos en el metabolismo de la glucosa y la absorción de la grasa. La microbiota intestinal de las personas obesas presenta una menor diversidad de microorganismos lo que las hace más propensas al sobrepeso y a padecer enfermedades metabólicas.
Microbiota y alimentación.
La forma en que una persona se alimenta influye en la composición de su microbiota intestinal y los cambios que en ella se producen. La composición nutricional de los alimentos puede ser de gran ayuda para combatir los efectos del estrés oxidativo, preservar la mucosa intestinal y fortalecer el sistema inmune.
Una dieta rica en probióticos naturales, hortalizas, verduras y frutas, semillas oleaginosas y un consumo moderado de proteína animal contribuyen a mantener una microbiota equilibrada y con mayor diversidad de microorganismos lo que se traduce en un mejor estado de salud física y mental.