¿Porque las mujeres le temen al matrimonio?
Cada vez hay más mujeres que afirman que el matrimonio no es algo inevitable, y que pueden vivir plenamente como solteras. Esta es una decisión que permite tener mucha libertad, pero para muchas, no es un camino fácil.
A la mayoría de las mujeres les gusta esa sensación de soltería y disfrutan siendo independientes y sintiéndose dueña de su vida.
De acuerdo a Shere Hite, autora del libro El nuevo informe hite, mujeres y amor, las mujeres solteras, que antes eran tratadas diferentes a las demás, ahora están en el centro de la vida social y cultural. Hoy día, las mujeres sin ataduras, inteligentes y atrevidas, no unas pobres fracasadas, se han convertido en heroínas del mundo de ficción: desde series televisivas como Sex and the City (El sexo y la ciudad) en la cadena de cable HBO, hasta el libro de relatos The Girls Guide to Hunting and Fishing (Manual de caza y pesca para las chicas).
En el mundo real la mujer soltera ha ganado personalidad propia. Hasta hace poco, una mujer sola tenía una existencia precaria: un departamento alquilado que compartía con una amiga o dos, y un trabajo que podía dejar sin mayores problemas. Pero esos días pertenecen al pasado.
En 1960 el 30% de las mujeres adultas norteamericanas eran solteras; hoy, en cambio, el porcentaje asciende al 40%, lo que supone unos 43 millones de mujeres. Las cifras resultan mucho más impresionantes si se consideran con detenimiento. En 1963 el 83% de las mujeres en edad de casarse (entre 25 y 55 años) habían contraído matrimonio; en 1997 sólo el 65%. “¿Una diferencia de un 18% ó 20%? Increíble. Es muchísimo”, dice Linda Waite, socióloga de la Universidad de Chicago, cuando le preguntaron sobre el tema. “Es un cambio sustancial, antes se casaban casi todas y ahora apenas dos tercios del total”.
Cambio de actitud
El cambio de actitud también es importante. Hasta hace poco una solterona era la mujer que cerca de los 30 años no se había casado. Pasada esa edad, lo mejor que podía ocurrirle era que la consideraran una excéntrica.
Ahora es normal estar sola, dice la psicóloga Diana Adile Kirschner, de Filadelfia, quien ha dedicado su carrera a tratar mujeres solteras. “Antes me contaban que se sentían aisladas, vivían solas, tenían poca actividad y se sentían diferentes. Ahora eso cambió. Tienen a sus familias, muchos amigos y se sienten menos aisladas y más integradas en la vida social”.
Actualmente, las mujeres tienen más confianza, más capacidad de decisión y se bastan a sí mismas. Ya no ven el matrimonio como una cuestión de subsistencia y aprobación social. Se sienten libres para comenzar y terminar relaciones según les parezca, tal como lo hacen los hombres. Declararse soltera por elección da sensación de poder a cualquier mujer. Pero no es una decisión a la que se llega sin cierto grado de angustia y múltiples interrogantes, tales como: ¿no serán las mujeres poco realistas sobre el matrimonio? ¿No estarán negando a la sociedad y a sí mismas los beneficios del matrimonio por ser tan exigentes? ¿No se estará creando una brecha insalvable entre los sexos? ¿Y en la vida sexual, este número creciente de solteras no significa un crecimiento desenfrenado de la promiscuidad?
En 1999 el Proyecto Nacional sobre el Matrimonio, de la Universidad de Rutgers, publicó un estudio que demostró que el índice de casamientos entre las mujeres ha descendido un tercio desde 1970, y que las mujeres jóvenes eran más pesimistas sobre las probabilidades de encontrar un marido. “Lo cierto es que, para muchas, el hecho de estar casadas es el intermedio, y la soltería, el estado normal”, dice Bárbara Dafoe Whitehead, codirectora del centro. Para el último estudio, Whitehead decidió concentrarse en mujeres trabajadoras de entre 20 y 30 años, donde esperaba encontrar actitudes más tradicionales. Sin embargo, se dio cuenta de que a estas mujeres no les preocupaba tanto el matrimonio, sino obtener un título universitario, crear su propio negocio o comprar una casa.
En cierta manera, la aceptación de la soltería es el resultado lógico del aumento de las posibilidades de las mujeres que originó el movimiento de liberación femenina.
Las mujeres se han hecho adictas a las posibilidades de su propia vida, a la idea de que en cualquier momento tienen la libertad de hacer lo que deseen”, explica Melissa Roth, autora de On the Loose (Sueltas) la crónica de un año en la vida de tres mujeres en sus treintas. Y aunque siguen buscando el amor, muchas mujeres se dan cuenta de que les cuesta renunciar a su propio espacio a cambio de los compromisos y sacrificios del matrimonio.
También ha habido un cambio de actitud hacia el amor y el matrimonio. Las mujeres de generaciones anteriores basaban su decisión no sólo en el afecto sino en la necesidad de protección masculina y ayuda financiera. Pero las mujeres aspiran hoy a cosas muy distintas que sus madres.
Un terreno movedizo
Abrazar la soltería no es tarea fácil. Es un terreno complicado, porque el hecho de no necesitar un hombre no significa que no se quiera tener uno. Incluso las mujeres que se sienten seguras de sus decisiones, a veces no pueden dejar de especular.
Michael Broder, sicoterapéuta de parejas de Filadelfia, y autor de The Art of Living Single (El arte de vivir soltero) critíca lo que él llama “el problema de la persona perfecta”: las mujeres se rehusan a tener una relación a menos que se sientan cautivadas inmediatamente por un hombre, y no permiten que la relación se desarrolle.”
Existe la idea de que debe haber una enorme pasión para iniciar una relación, lo que no siempre es funcional.
Los amigos y parientes suelen decir a las solteras: “si de verdad quisieras estar casada, lo estarías”. Este comentario puede resultar doloroso, en parte porque es cierto y en parte por el mensaje implícito: si de verdad quisieras, si hubieras cedido un poco, quizás te habrías establecido con un hombre y estarías entre las casadas. Según esta lógica, la única culpable de su soltería son ellas mismas, dice Broder. Pero estas mujeres han luchado mucho para llegar a ser ellas mismas: independientes, triunfadoras, inteligentes, divertidas, decididas y valientes. Y a pesar de la angustia que la soltería puede llegar a causar, no están dispuestas a renunciar a ello por una relación que las oprimiría.
Lo mejor de ser soltera
Según una encuesta realizada a mujeres entre 25 y 35 años la dicha de ser soltera es incomparable. Muchos dirán que el atractivo de serlo es incomparable con la felicidad de una pareja, pero la libertad es un gozo inapreciable. Según ellas, lo mejor de no tener ataduras emocionales es:
1- Salir de casa sin pedirle permiso a nadie.
2- Tener toda la privacidad del mundo.
3- Llegar a casa a la hora que se desee.
4- Acostarte con mascarilla y rolos puestos.
5- Tener más independencia económica.
6- No tener que negociar el control remoto.
7- Disfrutar de tus amigas y amigos sin que a un tercero le moleste.
8- Ir al cine a ver la película que desees, sin que nadie te critique.
9- Coquetear con quien se te antoje.
10- Irte a bailar toda la noche, sin preocuparte del tiempo.
11- Ver tu programa de televisión favorito sin que nadie te sorprenda.
12- Gozar de tu soledad
13- No tener que escuchar frases como: creo que últimamente estás engordando.
14- Pasar horas muertas en la bañera o frente al espejo.
15- Aventurarte por las tiendas con una amiga y gastarte el dinero que quieras.
16- Tener tus osos de peluche en tu cama, sin que nadie te acuse de infantil.
17- Mirar sin discresión algún un hombre que te guste.
18- Mentir un poquito sin sentir una mirada acusadora encima.
Amargadas y solteronas ayer, felices y solitarias hoy
Durante siglos, las solteras han sido objeto de fuertes presiones para que contrajeran matrimonio. En algunas épocas, hasta se les consideraba seres endemoniados, se les estigmatizaba, y se les trataba con violencia. Todavía quedan vestigios de esta herencia y muchas mujeres solas, cuando van a un lugar público, son mal vistas como “presas fáciles” para los hombres y como rivales para muchas mujeres.
Las investigaciones coinciden en afirmar que el punto clave de la satisfacción para muchas mujeres que deciden quedarse solas, radica en deshacerse de ciertas ideas, como la que postula que sólo un hombre, el matrimonio y la maternidad en conjunto, pueden completar la felicidad de una mujer.
Esta es una noción que ha sido transmitida de generación en generación y ha llegado a alcanzar el estatus de mito en nuestra sociedad, como el mito que produce grandes depresiones entre adolescentes cuando no consiguen pareja, o el mito que hace que algunas madres se sientan fracasadas cuando sus hijas siguen solteras habiendo cumplido los 30, o el que hace sentir a una mujer soltera a los 40 que ya no tiene oportunidades.
A pesar de que el rol de la mujer ha cambiado radicalmente, estos mitos hacen que, en el fondo, toda mujer sienta nostalgia, siga guardando y anhelando el sueño de los cuentos de hadas que proclama que vivirá feliz para siempre, con el príncipe azul con el que comerá perdices. Nada más lejos de la realidad, y muchas mujeres se sienten culpables por estar solas, como si estuvieran infringiendo una ley o violando un tabú.
Estos mitos muchas veces contribuyen a perpetuar los miedos de las mujeres, en particular los de aquellas que rondan los 40 y que tienen que enfrentar un doble prejuicio, ser solteras y “maduras”. Algunas se dejan llevar por estos mitos y acuden a los centros de cirugía plástica y agencias matrimoniales, con la esperanza de aumentar sus probabilidades de encontrar al “príncipe” para alcanzar la añorada “felicidad”.
Estar sola Vs. sentirse sola
El mito más terrible acerca de la vida en solitario es el que asegura que vivir sin pareja significa sufrir la soledad. La amenaza de la soledad ha coaccionado a muchísimas mujeres a contraer matrimonio, y convertirse en prisioneras de una relación estéril. El que no se pueda eludir esta tremenda soledad se convierte en el motivo fundamental que hace que se rehúya a toda costa la vida sin pareja.
Muchas solteras dicen que a veces es menos duro despertarse y sentirse sola cuando realmente se está sola, que despertarse y sentirse sola, cuando se está acompañada. Finalmente, sobrevivir y avanzar en solitario puede tener muchas ventajas: aporta a un enorme sentido de la autoestima y control, permite que se lleven las riendas de su propia vida, cultiva sus propios intereses, ayuda a ser independiente económica y personalmente, tener libertad y determinación propia.